miércoles, 11 de noviembre de 2015

EL ENCUENTRO



EL ENCUENTRO





Alex despertó mareado, con la única protección de un gran roble que lo protegía de los fuertes vientos del sur.



No sabía qué le pasaba, ni cómo llegó a ese sitio, y no reconocía nada a su alrededor que le diera pistas de dónde se encontraba. Jamás había estado en algún bosque.

A lo lejos vio acercarse una silueta. Alguien por esos lugares, le pareció extraño. “¿quién podría vivir por aquí?”, pero reconocía por lo menos, que sentía alivio al encontrarse a alguien.

 Aquella silueta que se acercaba lentamente pasó de ser sólo una mancha negra a un hombre alto y corpulento, por lo que Alex corrió a esconderse tras el roble aquel que lo protegía.

Aquel hombre que pasaba, era bigotudo y arrugado, apariencia que no contrastaba con su talla. 


Pensaba Alex dudoso de si salir a su paso o aguardar escondido, -“no puedo quedarme aquí, está muy sólo y tal vez sea la única persona que pase por este bosque, pero si salgo…no lo conozco y…”-Alex escuchó a aquel hombre que estaba ya de pie al lado del roble-“oye, muchacho, ¿qué haces por estos lugares?”-entonces, saliendo tímidamente del otro lado del roble contestó Alex: “disculpe, no quiero molestar, pero… ¿puede decirme dónde estoy?”, -“¿qué dónde estás?...ahhh!! Ya! mira, muchacho, será mejor que te alejes, no quieres meterte en problemas”- “pero si no sé…bueno, no recuerdo señor…”-“llámame Juan Antonio”-dijo este acomodando su gastado sombrero marrón,- “disculpa”-dijo Alex-“¿qué día es hoy?”,-“miércoles muchachito. Y veo que estás muy perdido ¿qué te han hecho?”, -“¿a mí? ¿Cómo así…?”-dijo Alex mientras sonaba su estómago-“tendrás hambre”- lo interrumpió Juan Antonio mientras se acercaba y se recostaba en el roble, “siéntate muchacho, tengo algo”. Sacó de su gastado bolso marrón un recipiente redondo y un termo metálico.
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Un aroma frutal se desprendió del recipiente cuando Juan Antonio lo abrió. “¡Hhmm! ¡frambuesa!”-pensó Alex-“sí”-dijo Juan Antonio-. Alex miró consternado, pero ante tal delicia solo declaró: “tarta de frambuesa, mi favorita”, -“la mía también”-susurró Antonio-“y leche tibia”. Alex miró extrañado, y por un momento ese señor que le pasaba un trozo de tarta y un vaso de leche, se le hizo familiar; ¿quién más disfrutaba de una tarta de frambuesa y leche tibia como él?


“Juan Antonio, ¿puedo saber dónde estamos?”- “mira muchachito, ya estás aquí, digamos que estás… ¿qué lugar te gusta más?”-“Guadalajara es muy lindo”-bueno, haz que estás allí, a pesar del paisaje… aunque México no es común”, esto último fue casi un susurro.

Alex quedó pensativo mientras terminaban de comer, pues no quería molestar a Juan Antonio, que se mostraba molesto con tantas preguntas. Además, quería disfrutar aquella tarta casi recién hecha y calmar su ruidoso estómago.



Al terminar, Juan Antonio se levantó en silencio  y Alex lo imitó diciendo: “gracias señor, estaba deliciosa” - ¿puedo saber hacia dónde se dirige?”,- “a encontrarme con otro Alex”-dijo Juan Antonio con una voz cambiada mientras acomodaba su sombrero. Y continuó su camino.



Alex quedó allí, sin saber qué hacer, se recostó un rato en el roble, a despejar su mente…mientras se quedaba dormido recordaba a una niña, rubia, pequeña, con hermosos ojos verdes y un vestido que combinaba con las hojas de aquel roble. ”E… ¿Emi?... ¿Emiliana? ¿Qué quieres?” dice en voz baja. 






Sus ojos se van cerrando y se ve conduciendo un pequeño auto mientras una voz delgadita resuena desde la parte trasera,-"papi ¿vamos por un burrito?, yo quiero un burrito vegetariano”-  Alex voltea su vista y la mira con cariño, “está bien Emi, ¿vamos a tu lugar favorito?”. 
Y lo último que ve es el rostro de porcelana de su hija, mientras se quiebra.





POR: LalaFranko

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